Señoras y señores, amigos, estimados periodistas y con especial afecto a mi familia.




Cada día tiene su afán…, hoy he querido referirme a los difíciles momentos que he vivido, tras dar cumplimiento a lo dispuesto por los tribunales de justicia…, poco o ningún sentido tiene a estas alturas, cuestionar los alcances de la condena que me afectó y de algún modo me estigmatizó con las consecuencias propias que la sociedad en su conjunto es capaz de elucubrar sobre este hecho de connotación nacional, tampoco tiene sentido emitir juicios que guardan relación con los alcances jurídicos de la misma, solamente recordarles que el precepto jurídico señala que “el culpable de injuria o de calumnia contra particulares quedará relevado de la pena impuesta mediando el perdón de la parte ofendida”, serán ustedes los llamados a sacar sus propias conclusiones.




Sin embargo creo que es necesario referirme a los que padecieron junto a mi desgarradores momentos, entre los que puedo citar, cientos de noches sin dormir, cuestionamientos despiadados e infundados publicado por algunos medios, que fueron “minando” una de mis grandes fortalezas que creí tener…, mi resistencia, y tal vez lo más doloroso involucrar lo mas importante como son los afectos personales…, entendiendo que la profesión de ustedes como periodista, es dura, tampoco quiero hacer una critica a ustedes, ni menos pretenciosamente señalarle como deben hacer su trabajo, si no más bien, instarlos a que comprendan que detrás de cada hecho que pudiese tener alcances de delito hay una persona que respira, que vive, que tiene su entorno, que ama, y que principalmente siente.






En tal sentido quiero invocar un legitimo derecho que me asiste de clamar o tal vez implorar que la verdad fluya, no pensando en mi, si no que a lo menos sea un consuelo para mis afectos entrañables, quiero saber en que quedó el “famoso” sumario del Sename, las peticiones a los cuatro vientos que hicieron mucho de los camaradas que se han abrazado a la cruz de la cristiandad, para luego vendérsela al mismismo diablo¡, allí están caminado por las calles céntricas de Temuco, un René Saffirio que en una verdadera oda a la falsedad señala, haberme visto el año 89 manejando un vehiculo en compañía del ex senador, o un Señor del Canto, pidiendo a gritos ¡No dejen libre a ese¡, por que es un peligro para la sociedad, y tantos otros que basurearon mi honra, pero en las vueltas de la vida hoy esos mismos enfrentan diversos procesos, incluso algunos ya condenados, simplemente por Ladrones.






Hoy abrazo la paz que me dio mucha gente anónima, me refugié en sentidas plegarias al todo poderoso, en el confío para que de una buena vez, ustedes los comunicadores sociales sepan y difundan simplemente la verdad.






Para concluir, mi alma hoy descansa, sin odios ni rencores, sin revanchismos de ninguna especie, el acto de contrición les pertenece, por que el mío señores ¡ concluyó hoy.
Muchas gracias…que Dios les bendiga.





Juan Carlos Esopinoza